A su Lado, 2019

Galeria Vasari, Esmeralda 1357, Buenos Aires, Argentina

Two person exhibition with Ivana Brenner

Text by Lara Marmor

Photos: Ignacio Iasparra


Estoy sentada al sol con mi amiguita en el escalón de la entrada.

Estoy leyendo un libro de Blanchot

y ella se está lamiendo la pata. 

Lydia  Davis

 

Los objetos escultóricos de Ivana Brenner y las pinturas de Sofía Quirno comparten grises espesos o atemperados que aparecen en el medio del arco que va del blanco al negro. Esta paleta austera se ve interrumpida por un amarillo oro y por el color azul. Es el azul el elemento que funciona como punto de encuentro entre las obras de ambas artistas, es el lazo sanguíneo que las hermana, que las pone en contacto una al lado de la otra.

Las esculturas amorfas de Ivana Brenner sugieren ser órganos sexuales, pequeños tsunamis o lágrimas de una deidad selvática rodeada de barro. Obras como Cuerno negro, Azul lunar o Huevo poche son algunas de las piezas que surgen de la experimentación de la artista con la materia: un cuerpo que opera sobre otro en un proceso de transformación de formas y pigmentos. Un juego cuya partida llega al final cuando el calor de llamas crepitantes hace su trabajo al cocer la arcilla.

Sofía Quirno en lugar de crear una forma de contornos definidos, representa a la fugacidad. Ningún proceso químico la detiene. La artista quiere capturar ese instante inasible en que la imagen aparece, y así como aparece también se va. Quirno dibuja mientras mira televisión, y frente a la pantalla, se apropia, a través del registro de una memoria corta, de la imagen en movimiento. Estos dibujos luego se transforman en pinturas que no pierden la frescura y el humor del trazo inicial. 

A Quirno le interesa la inmediatez del gesto, a Brenner en contraposición el encapsulamiento del tiempo. Mientras que en las esculturas la materia se compacta, en las pinturas se derrama: el boceto se transforma en obra, un dibujo se pega sobre otro en una operación sin fin. El proceso que cada una atraviesa se encuentra en las antípodas: la primera trabaja como la lava que se vuelve piedra y la segunda como el agua que decanta un deshielo. Las pinturas se mantienen unidas a los objetos por el hecho de ser opuestas y por lo tanto complementarias, una combinación imbatible según la compatibilidad astral.

También el gesto como marca de expresión convoca al unísono a las artistas: la huella sobre la arcilla y las pinceladas espontáneas sobre la tela. Sofía Quirno e Ivana Brenner trabajan sobre la idea de  superficie de contacto. Contacto que se inicia entre la mano y la materia, y que se expande de pieza en pieza: pinturas y cerámicas juntas haciéndose compañía. Una al lado de la otra. Cuando estamos frente a un espejo, podemos mirar nuestro reflejo; el hielo enfría al agua del vaso; una mano puede dar calor a otra. Todo demuestra que una cosa al lado de otra tiene el poder de transformar su experiencia.

Lara Marmor.-